Miércoles, 25 Julio 2018 16:14

La receta del "buñueloni"

El 29 de julio de 1983 moría uno de esos personajes fundamentales en la cultura española, pero a pesar de que se fuera hace sólo 35 años, en realidad, lo percibimos como muy lejano, como de otra época. Nos referimos al director de cine Luis Buñuel. La razón será tal vez, que pudo ejercer su profesión muy poco en España y cuando consiguió estrenar en nuestro país, sus películas pasaron desapercibidas o fue reconocido con un poco de, digamos, tardanza. En la memoria colectiva española permanecen sus primeros trabajos más carismáticos: Un perro andaluz de 1929 y Las Hurdes de 1933. ¿Y luego? ¿Qué pasó con Buñuel?

Para quien no conozca la filmografía de Buñuel diremos, con sus propias palabras, que encontrará “la felicidad de recibir lo inesperado”. Lo cierto es que no dejará indiferente a nadie con su surrealismo y cine de carga social.

Luis Buñuel fue un apasionado de la creación al que le gustaba disfrazarse e ir por libre y que aprendió su oficio con las manos en la masa y contra viento y marea por media Europa y América.

Nació en Teruel pero ingresó en la Residencia de Estudiantes de Madrid para estudiar Ingeniería. Pronto abandonó sus estudios y entró en contacto con los surrealistas. Viajó a París y a Hollywood donde aprendió el método de trabajo de los grandes estudios (plantillas fijas de estudio, jornadas de 8 horas, ensayos previos, narración lineal...) y que luego se propuso aplicar en España cuando, junto a Ricardo María de Urgoiti crea Filmófono. Pero entonces estalló la Guerra Civil lo que provocó la desaparación de la productora. Durante esta época el cine se convirtió en un arma propagandística importante y además, permitía experimentar con nuevas técnicas y lenguajes. Así que Buñuel se alineó con el bando republicano y trabajó supervisando películas sobre la guerra.

Tras la contienda volvió a Estados Unidos, pero pronto su ideología le puso en la mira del Comité de Actividades Antinorteamericanas así que se trasladó a México, donde vivió casi 20 años de exilio. Durante este tiempo hizo cine comercial pero por lo que será recordado es por su cine personal, ejemplo clásico es la película Los Olvidados (1950), una obra que fue nombrada Patrimonio de la Humanidad y que le rescata como cineasta con mayúsculas. En ella retrata la realidad dramática de México y como es habitual, eso no suele gustar mucho. También trabajó en algunas coproducciones con España, como es el caso de la famosa Viridiana realizada en 1961, pero que no fue estrenada en España hasta 1977 por los problemas con la censura. Será recordada por la famosa escena en la que recrea la última cena con mendigos. En sus últimos años, realizó algunas películas en Francia y se dedicó a escribir sus memorias llamadas Mi último suspiro.

Para poner la guinda a este rápido repaso a la vida de Buñuel, hemos encontrado un vídeo en el que le vemos como coctelero, preparando la receta del Dry Martini perfecto:

Pero queremos despedirnos con otra frase del propio Buñuel y que interpretamos como una defensa del trabajo duro y la perseverancia, aunque las circunstancias sean adversas:

Para llegar a toda belleza, tres condiciones me parecen necesarias: esperanza, lucha y conquista.